Durante las edades más tempranas el contexto donde nacemos,
¿nos condiciona o solamente nos determina?, y en realidad los que nos
condiciona, ¿es nuestra cultura o los recursos de los que disponemos en nuestro
medio habitual durante los primeros años de vida? ¿o durante toda nuestra vida?
En definitiva todas estas preguntas sólo van encaminadas a
la reflexión, ya que hay diversas, e incluso infinitas respuestas al respecto.
Lo que si es cierto es que durante nuestros primero años de
vida, en ese periodo de aprendizaje hasta que empezamos a dar nuestros primeros
pasos y no somos capaces de reconocernos a nosotros mismos en un espejo, más allá de la cultura y
los recursos nos unen más semejanzas que diferencias, obviando la sociedad y el
esfuerzo que esta hace en categorizarnos, si es cierto que la “pureza” de las
primeras instancias de nuestro vida, seamos de donde seamos y las costumbres de
nuestra familia, no somos tan distintos.
Y entonces, ¿Por qué tenemos pretensión a determinar o
condicionar a los demás? ¿por qué existe un ellos y un nosotros? ¿La cultura
nos separa o nos une?
Diferentes modos de vida (costumbres), diferentes
percepciones (perjuicios) pero al fin y al cabo esa barrera invisible que
separa lo “correcto” de lo “incorrecto” para una sociedad debería desparecer,
superponer la cultura cuando hablamos de ella, ya que, rica o pobre es
patrimonio del ser humano y no entiende de prejuicios, sino de riqueza personal
y de comunidad.
Que al fin y al cabo es lo que somos el ser humano, una
enorme comunidad dinámica, nunca fija, siempre en constante cambio…
Líquida.
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